Fotones y ADN

✨ Ciencia, conciencia y conexión

Hace más de un siglo, Albert Einstein resolvió una aparente paradoja en la teoría de la fotoemisión al proponer que la luz no estaba compuesta únicamente por ondas, sino por partículas: los fotones. Esta idea revolucionaria dio origen a la física cuántica y transformó nuestra comprensión del universo.

 

En 1995, los científicos rusos Vladimir Poponin y Peter Gariaev realizaron un experimento sorprendente. Al vaciar tubos de ensayo y dejar únicamente partículas fotónicas (luz), observaron que estas se encontraban en completo desorden. Sin embargo, al introducir ADN humano, los fotones comenzaron a alinearse de forma ordenada. Lo más desconcertante ocurrió al retirar el ADN: los fotones permanecieron alineados, como si una fuerza invisible los mantuviera conectados. Este fenómeno fue bautizado como el “ADN fantasma” y marcó un hito en el estudio de las terapias energéticas y las curaciones alternativas.

 

Dos años después, en 1997, el físico Nicholas Gisin lideró un experimento en la Universidad de Ginebra que profundizó aún más en los misterios cuánticos. Su equipo dividió un átomo en dos, creando un par de partículas "mellizas", y las envió por túneles separados en un acelerador cuántico. A pesar de estar a 22 kilómetros de distancia, cuando una de las partículas tomó una dirección en una bifurcación, la otra hizo lo mismo instantáneamente. Este fenómeno, repetido con resultados idénticos, fue denominado “entrelazamiento cuántico”.

 

Si dos partículas aparentemente inertes pueden permanecer conectadas más allá del tiempo y el espacio... ¿cuánto más profundo será el vínculo entre los seres humanos? Esta intuición, presente desde siempre en las cosmovisiones de los pueblos originarios, está siendo redescubierta por la ciencia moderna. Una verdad ancestral que vuelve a brillar con luz propia.

 

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© Jose Miguel Arguix Moreno